“Chepe Aleta”, el hombre que nunca abandona el negocio de las ostras

“Chepe Aleta”, el hombre que nunca abandona el negocio de las ostras

A 15 kilómetros del Puerto de La Libertad en dirección a Sonsonate se encuentra el ostrero “Chepe Aleta”, un negocio con especialidad en la venta de ostras, camarón al ajillo, camarón a la plancha, pescado cocinado a base de leña y otros platillos típicos de la playa.  Su propietario, José Luis Castillo, “Chepe Aleta” como es conocido da empleo con este negocio a más de 20 personas en una jornada laboral que inicia a las 6 de la mañana y se extiende a las 4 de la tarde, de martes a domingo.

“Chepe Aleta”, es un hombre sencillo, gentil y emprendedor. Su vida ha estado ligada al mar desde joven. Pasó 30 años buceando y por su habilidad para esta especialidad sus amigos lo bautizaron como “Aleta” y luego la fama de “Chepe Aleta” fue creciendo con el paso del tiempo.

En el mar, además de bucear, aprendió a sacar langostas, pescados y ostras y llevar insumos para la alimentación.

Es fiel a la idea que en El Salvador se puede emprender y lograr las metas si la persona se lo propone.

Por consiguiente, deja de lado el concepto de emigrar hacia otra nación en donde ha visto experiencias de compatriotas que han tenido que regresar al país con las manos vacías.

Un día, un amigo le dio la oportunidad de trabajar en El Palmarcito, de donde es originario.

Con él, dice, aprendió muchas cosas. “Marcos me enseñó como era el movimiento de la gente, como atender a su pueblo, como se trabaja, qué es lo qué podes hacer y qué se puede vender o buscar un marisco bueno”.

José Luis Castillo, “Chepe Aleta”

Y con ese aprendizaje, indica, empezó a labrar la idea de poner un negocio con su propio sello.

Fue así como hace 12 años instaló el restaurante con apenas cuatro empleados en un inicio que lo considera difícil pero que fue creciendo con el transcurrir de los días.

“Chepe Aleta” admite que no fue fácil como pasa con todos los negocios: “pasas dos años duros, pero luego te nivelas. Luego tienes que cuidar a tus amigos, tus clientes, tu reputación” señala.

Y en esa línea, ha tenido que sobrellevar las dificultades que se presentan como la pandemia por el Covid-19, por cuyo impacto en los momentos más difíciles tuvo que dejar de laborar por seis meses hasta que las autoridades dieron luz verde para la apertura.

Los empleados pasaron días difíciles ante la falta de ingresos, algunos, sostiene, más que otros porque la mayoría ni siquiera se podía movilizar porque residen en cantones y no en zonas urbanas del departamento de La Libertad.

Un negocio al borde del rio El Palmarcito

El restaurante “El Ostrero Chepe Aleta” tiene un peculiar sentido de atracción para el visitante por su ubicación al lado del río El Palmarcito, en La Libertad.

Fue en un inicio que su propietario se percató que los clientes empezaron a bajar al río para degustar los exquisitos platillos.

Fue entonces que decidió colocar unas improvisadas mesas y sillas para el visitante donde cruza el afluente.

En época de invierno, el caudal del río sube levemente, pero al visitante no le importa quitarse los zapatos y meterse descalzo al río para disfrutar de los platillos que se elaboran.

“Chepe Aleta” sostiene que los cambios del negocio en muchas ocasiones las decide el cliente.

Por ejemplo, subraya, actualmente no se vende la sopa de gallina porque las personas empezaron a pedir solo mariscos y pescados.

El restaurante atiende a turistas nacionales y extranjeros procedentes de distintas partes del mundo.

De la cantidad de empleados, 15 se dedican a la preparación y distribución de alimentos y seis se encuentran en la parte alta del cerro de donde extraen la leña para las cocinas.

La mayoría de alimentos son elaborados al carbón y solo que sea una venta mayor utilizan las cocinas de gas o eléctricas.

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