Rosa, la migueleña que conquista San Francisco, California, con sus pupusas

Rosa, la migueleña que conquista San Francisco, California, con sus pupusas

En el corazón de la calle La Misión la arteria más latina de la ciudad de San Francisco se halla Rosa García, una salvadoreña que ha vivido la mitad de su vida en esta ciudad californiana y tras cuidar a más de una veintena de niños como niñera, limpiar casas y vender hotdogs, hoy se gana la vida vendiendo pupusas.

Seis hijos y sesenta y seis años de vida, 33 de los cuales lo ha vivido en la ciudad de San Francisco, doña Rosa García es una miguelena a quien la pobreza y la necesidad de sacar adelante a su familia la empujó a esta fría ciudad californiana en busca de mejores ingresos.


Doña Rosa dejó su cálida ciudad a mediados de 1989 y cruzó cuanto camino o vereda encontró guiada por un “coyote” y junto a un grupo de compatriotas que como ella intentaban llegar al país de las oportunidades.

“Me pasó de todo”, cuenta de manera parca, como intentando olvidar tan arriesgada aventura. “Pasé desiertos, ríos, caminos oscuros y largos” recuerda, hasta llegar por fin a California donde ya se hallaban algunos familiares y ya ahí se abrió puertas como pudo.


Limpió casas, desde pequeñas viviendas incluso de otros hermanos latinos hasta grandes residencias alla por el Golden Gate, el emblemático Puente de la ciudad de San Francisco y tambien fue “baby sitter” (niñera) de más de una treintena de niños, la mayoría estadounidenses a quienes enseñó a caminar y hasta hablar algo de español.


Su vida no fue sencilla reconoce, debió dormir, como mucho inmigrantes en el suelo, apretada con otros compatriotas y gastando lo mínimo para traerse uno a uno a sus seis hijos, la última la dejó de apenas cinco años y fue, advierte, durísimo para ella dejarlos en El Salvador, especialmente porque meses después de su venida estalló la llamada Ofensiva Final y el conflicto armado se recrudeció.


El objetivo de Rosa fue traerlos a todos y lo logró, aunque es discreta al conversar, cuenta como primero llegó el mayor, luego la siguiente y los últimos dos, entre ellos su hija más pequeña emigraron juntos, quiza cruzando parte del mismo camino que su madre.


Ahora, Rosa, cuyo único oficio que ejerció en El Salvador fue el de tortillera, está orgullosa de su logro. No solo trajo a sus seis hijos, sino que sus 18 nietos y sus tres bisnietos ya son ciudadanos estadounidenses, pero eso sí, conocen de El Salvador y están orgullosos de la tierra de su abuela.


Rosa, dice que aunque Estados Unidos es un país con muchas oportunidades, su mayor anhelo es regresar a su natal San Miguel y vivir en la casita que le heredó su madre o cerca de la playa El Cuco, una visita obligada cada vez que viaja a El Salvador.

La Misión Street, murales, comercio y pupusas

La calle La Mision es un barrio de San Francisco California famoso por la abundante presencia Latina, abundan por ejemplo los locales comerciales donde se puede hallar desde piñatas hasta tamales o pupusas, tambien hay ventas callejeras y mucho comercio en el que predominan los emprendedores centroamericanos.

El barrio de la Misión tiene un toque multiétnico y el nacimiento de esa zona se remonta a 1776, cuando los españoles crearon aquí una de sus más famosas «misiones», la Misión de San Francisco de Asís o Misión de Dolores (las Misiones son puestos de avanzada creados por sacerdotes católicos españoles de la Orden Franciscana con el objetivo de enseñar y promover la religión católica en América).

La calle destaca por sus abundantes murales que dan un colorido único a cada rincón que se recorre, todas con un aire tan latino que por un momento se olvida que se está en Estados Unidos.

Acá en esta colorida avenida huele a tacos, a cafecito caliente, a pan de dulce y a quesadilla. Y por supuesto a pupusas de queso con loroco o chicharrón, ahí en la calle 22, muy cerca de un popular cine de la zona, que permanence cerrado está el puesto de Rosa, que de jueves a domingo de 10 de la manana a seis de la tarde ofrece sus exquistas pupusas y café caliente.

La salvadorena dice que aunque limpiar casas le dio para sostenerse durante mucho tiempo el paso de los años le cobró factura y despues de los 50 ya no obtenía empleo de niñera y le daban muy pocas casas para limpiar, por eso optó por instalar un puesto de hot dogs, siempre sobre la calle La Misión .

Hace seis meses y tras el éxito de su hermana con un modesto puesto de pupusas, unas cuadras más arriba de donde está Rosa, ella instaló su plancha y comenzó tímidamente a elaborar las pupusas y la aceptación fue inmediata.


“Yo me arrepiento de no haber hecho esto antes, se venden todo el día y a la gente le encantan. No solo salvadorenos que pasan mucho por acá , también americanos y de otros países. No importa la hora siempre se para alguien a comprar y con esto voy juntando para seguirme sosteniendo”.

Rosa “La Migueleña”

Esta mujer luchadora y de poca conversación reconoce que está cansada, pero necesita dinero para pagar el cuarto que alquila muy cerca de donde ha instalado su puesto y para ayudar a uno de sus hijos, que por un problema en la nación del norte, que no quiso precisar, regresó a El Salvador, y ella le sigue enviando dinero para ayudarle a sostenerse.


“Yo ya no aguanto trabajar, ya quiero retirarme, solo me falta que me salga la jubilación que dan acá y juntar lo suficiente para traerme mi hijo de vuelta y ya me retiro y me voy para El Salvador” concluye entusiasmada.

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