Jesús Santos Velásquez se abre paso con su taller de artesanías de piezas a base de concreto. Todo está en saber el oficio e incorporarle la creatividad para que los artículos salgan a flote.
Sobre la carretera de Oro, en el kilómetro 15 ½ yendo hacia el oriente, se ubica una venta de artesanías diseñadas a base de cemento.
Ahí se encuentran macetas, puentes, mesas, u otras piezas para el hogar.
En el negocio hay molduras de vírgenes, altares, grutas y un sinfín de artesanías religiosas.
En realidad, se trata de un taller de artesanías de premoldeado de cemento en el que prevalece la imaginación y las manos creativas y talentosas de su propietario.
Jesús Santos Velásquez Hernández, aprendió el oficio desde joven y nunca perdió la idea de tener su propia empresa.
Al salirse compró un pequeño terreno a la orilla de la carretera y de inmediato lo empezó a ocuparlo para exponer los productos que recién comenzaba a elaborar.
Cerca del local, en la parte baja, habita Santos y en ese lugar construye cada una de las piezas, unas matizadas con colores según el gusto del cliente o dependiendo del producto que pasa por su imaginación.
La virgen de Guadalupe por ejemplo está tallada en los colores tradicionales o la variedad de tonalidades puesta de manifiesto en una mesa mosaico.
Un venado que también está en exposición está alfombrado de café y blanco, propio de la especie.
“La gente religiosa viene a buscar las imágenes, las grutas y la familia las macetas, las mesas para los jardines, las fuentes”, explica.
Cuando recuerda del origen del negocio piensa que no se equivocó. Los inicios cuestan pero pasado un tiempo vienen los frutos.
Y así lo destaca Santos al recordar que ya lleva siete años como que nada, con el tiempo sustraído y con el negocio en pleno crecimiento aunque él es tajante al decir que ahora hay más competencia si bien este tipo de artesanía no tiene mucha oferta.
Empezó solo y ahora tiene bajo su responsabilidad tres trabajadores, subraya.
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