La enseñanza y aprendizaje escolar post-pandemia:lo tecnológico y lo humano, cada uno en su lugar

La enseñanza y aprendizaje escolar post-pandemia:lo tecnológico y lo humano, cada uno en su lugar

Pedro Ticas

Febrero de 2023

En educación, en algunos países, el impacto de la Pandemia Covid19 no puede ser medido, ¿con respecto de qué podría medirse? No hay unidad de medición porque no hay opuesto. En realidad, el fenómeno debe ser analizado en la totalidad, particularidad y singularidad desde la condición misma de cada estado y con ello, construir una hermenéutica ontológica que responda si la Realidad Aparente del Antes era verdadera con relación a la realidad del Después.

El contexto general

Sin duda alguna la pandemia dejará marcados y profundos desafíos educativos en el planeta. Ya, con su surgimiento, ha puesto en evidencia las asimetrías de progreso tecnológico de los países tanto dentro como fuera de ellos, incluyendo a los autollamados países de primer mundo. Cierto ha sido (al menos mediante una verdad aparente), que ningún país pudo resolver la esfera de la enseñanza y el aprendizaje de manera fáctica, inmediata y certeramente. Todos, aun los que por más de un siglo han vendido su imagen de ejemplo a seguir y de ser sociedades “civilizadas y tecnologizadas de primer mundo”, fueron sorprendidos por la pandemia Covid19 al menos, en alguna de las esferas de su conformación social, política, económica, cultural, educativa y territorial. 

Sin importar el grado o nivel de impacto de la pandemia en cada una de las sociedades, sin lugar a dudas, aun en su mínima expresión, dicha circunstancia condujo inexorablemente a la revisión, reorganización o reconfiguración de sus esferas políticas, socioeconómicas, educativas, sanitarias, culturales y geopolíticas, esta última aplicada a micro o macro territorios internos o externos. Así las cosas, la multiplicidad y disimiles lecturas que habrán de realizarse sobre impacto, características, condiciones y derivaciones generadas en todas las esferas de la vida, tendrán que ser dirigidas a las particularidades y singularidades de sectores económicos, grupos poblacionales (culturales, sociales, generacionales, etc.), así como a grupos etarios y a todos aquellos que configuran la multi-interpluriculturalidad; pero en todos ellos habrá al menos dos elementos articuladores comunes:

 1) la particularización de la universalidad y 2) la reconfiguración de lo nacional en torno a lo internacional.

Explico las dos.

1) La Particularización de la Universalidad  

A diferencia de lo que el Positivismo Filosófico plantea como modelo de aplicación para la totalidad de las ciencias sociales y de todos los vacíos, limitaciones y confusiones teóricas, metodológicas, epistemológicas y de método que ese modelo contiene, me parece que la Pandemia involuntariamente, resulta ser una “evidencia”teórica-filosófica de la refutación plena de dicho modelo. 

Contrariamente a la Universalidad de las Particularidades que propugna el Positivismo, la Pandemia logró la Particularización de la Universalidad. Esto puede leerse en el carácter universal de coordinación, comunicación, intervinculo, interrelación y articulación de las sociedades en respuesta a la crisis mundial, aun con aquellas sociedades menos afectadas. Sucede entonces que las respuestas fueron múltiples y disimiles de acuerdo a la realidad y condición sine qua non de cada país. Esto generó en cada país, la comprensión y asimilación de la ruptura epistémica indispensable y, además histórica, de comprender que no existen recetas globales a problemas particulares, que cada realidad contiene su propia esencia y que cada nación merece ser tratada por su propia configuración sociohistórica. En esa línea, el concepto de globalización geopolítica iniciado desde el siglo pasado y aplicado a los países empobrecidos y dependientes, ha puesto en alerta a muchos de estos países que ahora encuentran en un problema (pandemia) una luz para la solución de sus propias dependencias. 

Es, en mi consideración, el momento propicio para la reconfiguración de lo propio, de lo que hace a cada nación, de lo que se constituye como identidad en todos los órdenes de la vida. La Pandemia no pone de manifiesto únicamente las limitaciones de las naciones (por demás conocidas), más bien, introduce a la agenda de los estados la observancia y transformación de sus propias crisis en todas las esferas de la vida. Se trata de una llamada urgente a la atención de lo Caótico, de lo que requiere transformarse para convertirse en algo mejor, para reordenar y conferir a las naciones no solamente la reflexión sobre sus limitaciones, sino, fundamentalmente, la reorganización imperativa de todas las esferas de su formación social.

Desde luego que las vidas humanas perdidas han dejado dolor en las naciones y sustancialmente en cada familia afectada. Las pérdidas son irreparables y con ello, las formas de ver y producir el mundo en cada familia se han modificado. Es lo humano lo que mantiene al mundo, es lo humano lo que genera vida para el mismo humano. Debemos humanizar la vida. Para el ser humano solo existe aquello que tiene una explicación en sus sentidos. Pero también está claro la existencia de lo Otro independientemente del Yo, es decir, independientemente de mi voluntad. En esa relación de interdependencia ontogénica con el Otro y con lo Otro, surge la naturaleza social del ser humano que establece su interdependencia. Nada se halla resuelto en el pensamiento del YO sin que se halle explicado a través del Otro. Dicho de otra manera, solo la particularización de la universalidad (conocer del Otro y de lo Otro entendiendo que el Otro contiene sus particularidades que no pueden estar regidas por lo ajeno), permite comprender que las soluciones a los problemas de lo propio no pueden ser exactas a las soluciones de lo Otro. Así pues, aunque la universalidad comprende elementos comunes que generan un lenguaje común (símbolos, signos, lenguas, significados, señales, conductas, comportamientos), modos y formas de vida, esos mismos no se explican y desarrollan en el pensamiento de la intuición y la representación de la misma forma. Cada sociedad concede a cada uno de los elementos anteriores sus propios significantes. Cada sociedad produce y reproduce el mundo de lo material e intelectual de distinta forma.
En ese tenor, las ya desgastadas recetas económicas, políticas, sociales, culturales, etc., impuestas a muchos países empobrecidos por parte de los países autodenominados de “primer mundo” han sido un claro ejemplo de fracaso. Sin duda, esas recetas no han sido ni serán la medicina adecuada a las disimiles enfermedades de las sociedades dependientes que parecen ya no ser únicas para estos países, sino también para los que las diseñan.

Pero seguramente el lector se preguntará, ¿qué tiene que ver todo esto de la Pandemia covid19 con la filosofía?

La respuesta se halla en la propia Pandemia. La filosofía no consiste en la contemplación de la realidad y los hechos, la filosofía también es práctica, fáctica. La filosofía no reúne un conjunto de ideas que distan del mundo de lo práctico, por el contrario, se unen y se separan constantemente a través de un proceso de negación de uno sobre el otro con el propósito de transformarse. Si las ramas de la filosofía (estética, ética, filosofía política, filosofía del lenguaje, metafísica, gnoseología, lógica, axiología, filosofía de la ciencia, etc.) nos proporcionan las premisas indispensables y totalizadoras de las demás ciencias, esto significa que cualquier actividad realizada por el ser humano es filosofía. Por ello, la práctica es la realización concatenada de la teoría para una nueva teoría, es decir, la práctica nos lleva hacia una nueva teoría que fue verificada, comprobada y refutada por la realidad. Así que entonces no debemos confundir la practica con lo operario y menos aún con lo empírico. En sociedades con limitaciones conceptuales, se aduce a ser practico sobre lo teórico sin comprender que ambas se construyen sincrónicamente y más aún, se soslaya la función de la teoría confundiendo la noción de practica con la de operario. El operario Hace. Resulta de una habilidad o destreza para realizar una actividad encomendada que no requiere del pensamiento, solo de la acción, del acto mismo. La Pandemia entonces no significó únicamente un estado sanitario de la población mundial, en realidad ha evidenciado (a propósito de ser “practico”), las enormes brechas internas y externas de los estados, sus precarios sistemas y subsistemas de organización política, económica, social, territorial, educativo, sanitario, y otros tantos que indican la imperativa necesidad de “Refundar el Estado, Reconvertir la Política y Rediseñar las esferas de las instituciones nacionales” [1].  

Pero he indicado al inicio de este escrito que, por tratarse de un artículo para periódico, únicamente me ocuparía de dos puntos. Resuelto el primer punto anteriormente, ahora me ocupo de exponer el segundo elemento articulador entre la Pandemia y el Contexto General. 

2) la reconfiguración de lo nacional en torno a lo internacional

Como efecto de la Pandemia, he señalado anteriormentealgunas consideraciones sobre las diversas realidades de los países en materia sanitaria, educativa, económica y política. Cierto es, como anoto en mis líneas anteriores, que indistintamente de las marcadas diferencias de progreso entre los países, en cada uno de estos parecenestar reveladas sus propias limitaciones, obstáculos yproblemas. Si bien en países con significativa y adecuada organización de todos sus sistemas sociales la Pandemia ha causado menor impacto de mortandad, también han sido puestas a la luz algunas deficiencias de sus subsistemas intrainstitucionales locales o regionales. Si esta apreciación resulta ser verdadera, significa que, en términos holísticos, todos los estados requieren de ver hacia su interior. Esto significa reconfigurar lo interno para posterior o simultáneamente reconfigurar lo externo, lo que se halla de lo nacional en torno a lo internacional. La reconfiguración de un estado no es tarea fácil, de hecho, seguramente no se logra en su totalidad, pero corresponde a quienes los administran, definir los componentes, áreas o instituciones que habrán de intervenir para con ello, generar culturas de conducta y comportamiento ciudadano de nuevo tipo. 

En el caso salvadoreño, se trata de pensar y construir nuevas formas de estado nacional, pluriétnico y pluricultural en el cual su población alcance nuevos sitios y estatus políticos en la administración y participación. Se trata en última instancia, de pasar de sociedad política a sociedad civil. Y este paso confiere al nuevo estado la posibilidad de mayor participación y compromiso de los ciudadanos con todas las esferas de su propia vida y de los demás. La idea de vivir en micromundos y pequeños feudos debe desaparecer para dar paso a formas de organización de y entre la población. Una construcción de un estado propio implica en primer término la identidad del Yo con relación al Otro. EL reconocimiento de la existencia del Otro como sujeto de realización de sí mismosugiere una nueva forma de concepción de las instituciones y, en consecuencia, una forma del logro de la institucionalidad de esas instituciones en el estado de conciencia del sujeto. La institucionalidad, su respecto, reconocimiento y desarrollo depende únicamente del proceso de asimilación cultural que el individuo alcance con relación a ésta, es decir, que el individuo encuentre en las instituciones la satisfacción de sus necesidades, la representación de sus intereses y el reconocimiento de sus identidades.  

Expuestas las consideraciones anteriores, enseguida me ocupo de abordar –de manera sucinta–, algunas ideas y reflexiones que quizás para algunos lectores resulten válidas para la construcción de una hermenéutica reflexiva en relación con el probable devenir de la educación en los próximos años a partir de su condición en pre-pandemia y su reconfiguración en post-pandemia.

Señalo como título de este escrito: La enseñanza y aprendizaje escolar post-pandemia: lo tecnológico y lo humano, cada uno en su lugar. Desde luego, por las características técnicas del escrito (artículo para periódico), me reservo el abordaje amplio de los conceptos de enseñanza y aprendizaje, de los cuales solo habré de acotar que, para la construcción de ambos, en cada uno debe revelarse su propio método y que, en razón de ello, corresponde a todo sistema educativo, definir el método que habrá de articular y concatenar las particularidades y singularidades de ambos conceptos. Resulta entonces que cada uno tiene su propio método, pero también, se halla necesaria la construcción de un tercero que articule y que resuelva ontológica y epistémicamente la singularidad y en derivación, la totalidad.  

La unidad y separación de lo tecnológico y lo humano

Lo tecnológico

La unidad está constituida por la imperiosa necesidad histórica de articulación entre progreso tecnológico y desarrollo humano, sin embargo, la historia de la tecnología no siempre es la historia del desarrollo humano. No todas las sociedades tecnologizadas se hallan plenamente desarrolladas y no todas las desarrolladas se hallan tecnologizadas, empero, la distribución perfecta del equilibrio nos daría un 50 y 50, es decir, la proporción simétrica para que el uso, control y dominio absoluto de la tecnología se oriente al mismo desarrollo humano. 

En materia educativa, la tecnología informática, telemática y otras, habrían de constituirse en la negación (superación) de lo educativo, es decir, en su unidad y opuesto transformado. Los seres humanos producen más que economía. El mundo se produce desde la ciencia, el arte, la cultura, la economía, la política, la ideología, las formas, las figuras, los colores, etc. En tal sentido, el ser humano 

En esta post-pandemia, no hay riesgo conceptual educativo más grande que confundir el Todo Educativo a la Particularidad Tecnológica, es decir, concluir que la Tecnología Informática resuelve el Saber y Conocimiento en todas sus formas. En realidad, nada hay más lejos que eso. Si bien, históricamente en el proceso de desarrollo y evolución social del ser humano la tecnología ha modificado las relaciones con el objeto de trabajo y el objeto aprendido, explicado (cualquiera que éste sea), ej. el arco, la flecha, las herramientas para la recolección de frutos, la caza, la pesca, el hierro, bronce, industria, etc., también es importante recordar que todo invento, creación material o intelectual, resuelve apenas algunas de las necesidades humanas que se transforman constantemente. La coexistencia de modos de producción feudal, industrial y tecnológico todavía constituyen una realidad en las sociedades, incluso, en las autollamadas de primer mundo. 

En esa línea, en todas las sociedades, el progreso tecnológico se posiciona paulatinamente como herramienta útil para el desarrollo de ciertas actividades humanas. Pero los humanos son más que esas herramientas, no todo se haya resuelto por la intervención de la tecnología fundamentalmente informática. Admitir el determinio de la tecnología sobre el ser humano constituye el más claro reduccionismo biológico y social de la naturaleza biológica y social del ser humano. 

Eficiencia es el propósito último de la tecnología. La ciencia se basa en la observación y predicción con el objeto de confirmar una teoría; la tecnología predice con el objeto de influir y controlar la actividad. La ciencia valora lo abstracto y general; la tecnología la instrumentación y la aplicación. Estas distinciones ubican a la tecnología separada de la ciencia. “Mientras la ciencia investiga para expandir el conocimiento por medio de la investigación y la comprensión de la realidad”, sugiere Layton (1974) [2], la “tecnología busca usar el conocimiento para crear realidades físicas y organizacionales acordes con un diseño humano” En materia del conocimiento tecnológicoVincent (1984) [3] identifica tres categorías de conocimiento tecnológico: a) descriptivo, b) prescriptivo y c) tácito. Al respecto señala que el conocimiento descriptivo no es científico debido a que las explicaciones teóricas no aparecen debida y totalmente desarrolladas lo que implica la ausencia de las derivaciones teóricas necesarias para la comprensión de la totalidad. Por su parte, el conocimiento prescriptivo se genera por medio de la experimentación, el ensayo– error y se usan formas específicas de testeo para hacer predicciones “sobre lo que puede ser identificado como un nivel preteorético” (Mc.Ginn l978 p. 187)[4]. Pero quizás, el más importante de los tres referido al Conocimiento Tácito indica que dicho conocimiento aparece como resultado del “juicio individual, la habilidad y la práctica. Una buena parte de los conocimientos tácitos no pueden ser trasmitidos en forma oral o escrita. Es un conocimiento personal, subjetivo inmediato y específico” [5], desde luego que dicha forma de conocimiento configura diversos tipos de lenguaje inferidos por los mismos procesos tecnológicos, lo que no amerita discusión porque simplemente constituye su propia representación.

Lo humano

Regreso a los salones de clases, áreas recreativas y de invención, a espacios de interrelación humana, a formas y figuras, a la intercomunicación con el Otro, con lo Otro, a los símbolos, colores, figuras, ruidos, clima, objetos, señales, escuchar y hablar, a los cambios de estado de ánimo, al respeto y la tolerancia propia y ajena, en fin, a todo aquello que durante la Pandemia quedó a las voluntades individuales, ahora regresa a las voluntades colectivas. Se trata precisamente de eso, de encontrar en la esfera de la educación la desmecanización de la información y la formación escolar, se trata de prescindir de mi autonomía conductual ejercida durante la Pandemia y volver al reconocimiento de lo opuesto, de lo subjetivo y lo objetivo en la cotidianidad. 

Y, en todo lo anterior, se reacomodan estudiantes, docentes, autoridades escolares, padres de familia y comunidades. No se trata entonces de reformatear esquemática, mecánica y ocurrentemente la organización y administración en cualquiera de los niveles escolares, por el contrario, compete a cada institución educativa la capitalización pertinente de sus propias necesidades históricas y actuales, diseñar su propia reconfiguración técnica, académica, humana y práctica. 

Sobre la enseñanza y aprendizaje, entre otras categorías, surge la Práctica Docente. Al respecto de la práctica, desde hace más de 15 años he propuesto construirla en tres grandes construcciones epistémicas a saber: 1) Práctica Docente, 2) Practica Pedagógica y 3) Práctica Educativatodas ellas plenamente interdependientes, pero articuladas y concatenadas de tal forma que a cada una le corresponde un lugar preciso en el proceso de conocimiento de la enseñanza y aprendizaje. La Práctica Docente está referida a la cultura escolar producida dentro del salón de clases. La Practica Pedagógica nos aporta una visión e intervinculo con lo Otro, con lo que se halla afuera del salón de clases conformado por el contexto, la realidad, el mundo que se genera extra muros de la escuela. La última, la referida a la Practica Educativacorresponde a la esfera de la intradependencia, concatenación del mundo individual y particular del estudiante, el docente, las autoridades escolares y la institución en su totalidad en relación con el mundo holístico representado en la comunidad, la familia, las instituciones, el territorio, la historia y el devenir que ese territorio ofrece a cada estudiante, docente y autoridad escolar. Esta última pues, resulta ser la expresión epistemológica más acabada de la educación escolarizada intradependiente con el Todo, resulta ser, lo que podría construirse hacia la identidad educativa nacional.  

[1] Ticas, Pedro, La refundación de El Salvador: nuevos escenarios para salvadoreños dentro y fuera del país con visión de nación, Co-Latino, 2015

[2] Layton, E. (1974). Technology as knowledge. Technology and culture, 15 (1), 31-41. Citado en: Herschbach, Dennis R.: La tecnología como conocimiento: implicaciones para la instrucción. http://scholar.lib.vt.edu/ejournals/JTE/v7n1/herschbach.jte-v7n1.html

 3] Citado por Herschbach, Ibídem. Óp. Cit. 

[4] Ibídem, Óp. Cit.  

[5] Ibídem. Óp. Cit. 

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