El legado de doña Margoth: el auténtico y tradicional sabor salvadoreño

El legado de doña Margoth: el auténtico y tradicional sabor salvadoreño

El espíritu de servicio y la sazón de los platillos típicos de doña Margoth, vive en el corazón de miles de salvadoreños, quienes cada día disfrutan de la comida tradicional que se ofrece en cada uno de sus restaurantes.

Margoth Portillo de Castellanos, no solo formó un negocio exitoso, sino una familia fuerte y unida a quienes les enseñó con el ejemplo, que para cumplir las metas hay que poseer valores, honestidad, sentido de compromiso, tenacidad y realizar todas las actividades con mucho amor y pasión.

Margoth nació en Chalatenango en 1935 en el seno de una familia humilde y trabajadora, quienes de niña le enseñaron buenos principios morales y cristianos.

Sin embargo, el destino le tenía preparado una mala jugada, ya que sus padres fallecieron cuando ella era aún una niña y asumió nuevos roles de responsabilidad familiar, lo cual le impidió asistir a la escuela.

El espíritu indomable y trabajador de Margoth, se fue forjando con el paso de los años y a los 13 años empezó a trabajar de doméstica y fue aprendiendo la sazón y los secretos de la cocina salvadoreña.

El genésis de las delicias culinarias

Gracias a sus aspiraciones y espíritu emprendedor con el tiempo la joven emprendedora logró alquilar un cuarto en el que puso una tortillería, un negocio pequeño con el que inició un sueño que poco a poco se fue volviendo realidad.

Luego de mucho esfuerzo y jornadas largas de trabajo, decidió expandir su negocio. En 1961, alquiló un cuarto para poner un comedor en el portal Rafael Orozco, frente al parque Daniel Hernández en Santa Tecla.

Xiomara Castellanos, hija de doña Margoth, recuerda que cuando su madre inició con el comedor, debían levantarse a las cuatro de la mañana para salir hacia Chalatenango, ya que siempre tenían la tortillera y realizaban otras actividades, luego regresaban a Santa Tecla para administrar el comedor.

“Aunque en un principio mi madre tenía algunas dificultades, ya que no sabía leer ni escribir, su espíritu de superación la impulsó a aprender, lo cual le facilitó mucho más su habilidad para los negocios”, afirmó Xiomara.

En el año de 1968, esta salvadoreña coronó su sueño y bautizó el comedor como Típicos Margoth, en el que vendía desayunos, almuerzos y cenas, además de pupusas.

Camino de obstáculos

Al llegar la década de los ochenta y los años difíciles de la guerra, doña Margoth cerró el comedor, debido a un intento de secuestro, por lo que toda la familia se vio forzada a emigrar a Belice, dejando sus sueños e ilusiones abandonados.

Sin embargo, dos años después regresaron al país para retomar sus aspiraciones e inician el negocio de cero.

Doña Margoth abrió un nuevo local en la Alameda Manuel Enrique Araujo, en San Salvador, y en 1987, gracias al apoyo de sus clientes y al esfuerzo de toda la familia, inauguró otro más en la calle Chiltiupan, en Ciudad Merliot.

La empresaria involucró a sus hijos en el funcionamiento del negocio. Xiomara, quien ahora se desempeña como gerente General, recuerda, que ayudó a su madre desde pequeña.

“Desde niña preparaba los canastos para las pupusas y a los 13 años trabajaba como cajera, y hacia cuatro turnos a la semana, mientras estudiaba bachillerato”, afirmó la gerente.

Uno de los legados que aprendió de su madre, fue el ofrecer una excelente servicio al cliente, el aprecio, el respeto y el agradecimiento a todos los colaboradores, ya que ellos son parte fundamental de la empresa.

Fue en el año 2005, que debido a una enfermedad de doña Margoth, que Xiomara retomó la dirección del negocio e inició una reingeniería en la administración.

Xiomara contó que en ese entonces se sintió muy abrumada por la responsabilidad, ya que debía de tomar las decisiones sola, pero gracias a Dios todo les resulto muy bien.

Doña Margoth mejoró de salud, pero siempre delegó la responsabilidad del negocio en su hija, a quien le enseñó todos los secretos no solo culinarios sino de esfuerzo y pujanza empresarial.

Morena, otra de las hijas de doña Margoth, se especializó en el área de producción, y ella es la encargada de darle la sazón de su madre a todos los platillos.

Doña Margoth falleció en 2013, pero dejó un legado de amor, esperanza y mucha dedicación, entre las personas que la conocieron.

“Habíamos perdido a nuestra jefa, líder e inspiración, todos dijimos y ahora qué hacemos, pero gracias a Dios ella nos inspiró para seguir adelante. Mi mamá siempre me ha acompañado en tiempos difíciles y nunca me ha dejado caer es mi inspiración constante”, dijo Xiomara.

Entre los recuerdos que guardan los hijos de doña Margoth, están que su progenitora no solo formó un negocio, sino una familia fuerte, enseñándoles valores espirituales y morales sólidos.

En la actualidad la empresa tiene siete restaurantes, y más de 200 colaboradores, además de un nuevo local ubicado en Bambú City Center, en la Zona Rosa.

Gracias a su trayectoria, ha sido objeto de varios reconocimientos, siendo el más reciente el otorgado por BAC Credomatic, quien los distinguió como empresarios del año 2019.

 “Amo a mi madre profundamente, estoy muy agradecida con ella, y fue la madre amorosa que yo necesite. Estoy orgullosa y cuidando todo su legado cada día”, puntualizó Xiomara Castellanos, emocionada.

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