Maribel Velásquez, ejemplo de valentía y trabajo duro

Maribel Velásquez, ejemplo de valentía y trabajo duro

La pandemia le cerró a esta comerciante la posibilidad de generar ingresos porque vive del turismo, pero no se desanima y tiene fe que pronto volverá a levantarse.

Con su rostro tostado por el sol y una mascarilla de calavera, Maribel es una salvadoreña como tantos otros, a quien no la detiene ni la pandemia ni los desastres naturales.

Con las finanzas a cero y viviendo de “prestado”, sale adelante a diario a vender artesanías a los escasos, casi nulos turistas que visitan las playas de La Libertad.

“Llévese los aritos, son de conchitas naturales y hechos por mí”, pregona orgullosa Maribel, quien se levanta antes que el sol para elaborar toda suerte de accesorios en conchitas y venderlos a la orilla de la playa El Tunco.

Maribel una salvadoreña que no se deja vencer por las adversidades.

Maribel usa marcarrilla, pero se sabe que sonríe. No hay timidez en ella, tampoco reparo al hablar de cómo le ha tocado “pedir” o “prestar” para sobrevir a ella , a sus tres hijos, a su nieta y hasta a su mamá, que dependen de lo que ella gane.

La salvadoreña es hábil y directa. Aprendió desde los siete a elaborar atrapasueños, aritos, pulseras, ganchitos y todo tipo de artesanías con las conchitas que recogía con su madre en la playa.

El atractivo de sus piezas es tal que orgullosa cuenta que canadienses, esos que llegan a surfear a la Playa El Tunco, le compran por “montones”.

Aritos y ganchos para pelo de conchas de mar, hechos por Maribel .

El verano de cada año- entre diciembre y marzo- son los mejores meses para ella, por eso se gastó todos sus ahorros en febrero para comprar la materia prima de sus accesorios, pero en marzo la pandemia COVID-19 le dio vuelta a sus planes.

Se quedó llena de insumos para elaborar sus accesorios pero sin clientes y no un día ni dos, sino meses enteros, en los que debió primero prestar dinero y luego hasta pedirlo, para lograr sobrevivir.

“Aquí donde me ve, ayer vendí en todo el día solo $10 y gasté $7, en el pago del transporte para venir aquí a la playa, la comidita de ayer y el pan que dejé hoy. Hoy presté para desayunar y hay días que solo hago un tiempo de comida, porque no vienen turistas y de eso vivimos”, cuenta Maribel preocupada.

En La Libertad podrá hallar abundates artesanos que aprovechan las conchas para hacer artesanías, estos son atrapasueños hechos por Maribel.

Sin embargo, su espíritu valiente y luchador no la hace perder la fe. Dice que desde mediados de septiembre han comenzado a llegar uno que otro salvadoreño y le compran de a poquito, pero ya cuando lleguen vuelos, todo irá mejor.

“Mire, uno no se debe “ahuevar” (entristecer, perder el ánimo) porque no sirve de nada. Es levantarse todos los días y confiar en Dios, echarle ganas y confiar. Yo me gasté todo en febrero pero ahora tengo bastante materia prima para invertir, lo que entre será solo para ir comiendo, hay que verle el lado bueno a todo”, dijo con convicción.

Con su cabello tostado por el sol, su rostro cubierto de pecas que se acrentan con el sol y rodeada de otros comerciantes, llega a diario a las orillas de la playa El Tunco a eso de las 9 de la mañana y no se va hasta eso de las 11 de la noche, porque en la zona la mayor afluencia es nocturna.

“Esto va despacio, pero lo importante es seguir viniendo. Yo les dijo a mis compañeros (comerciantes) que pronto esto volverá a estar lleno de turistas, ese virus no nos va a vencer y pronto estará otra vez así bonito y movido”, dice convencida, esta salvadoreña que permanece hasta 14 horas de pie, frente a su improvisado puesto de artesanías, orgullosa de su trabajo y luchando con el espíritu valiente que solo los salvadoreños tiene, que pronto, todo pasará.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *