Comerciante: “La pandemia nos pasó factura”

Comerciante: “La pandemia nos pasó factura”

Baltazar Barahona es un comerciante, a punto de cumplir 50 años, ha regresado a su pequeña e improvisada venta de artículos típicos en la playa El Tunco, en La Libertad, pero los viajeros todavía no llegan y la crisis económica sigue golpeando su bolsillo.

En la esquina de la playa El Tunco, en La Libertad, se puede encontrar a Baltazar Barahona, un comerciante de pulseras, aretes, collares, carteras, y otros productos fabricados a base de cuero, hilo nailon, conchas de mar y más.

El comerciante lleva cinco años ejerciendo esta actividad para llevar el sustento diario a su familia, conformada por su esposa y sus dos hijos.

“Aquí vendemos de todo, y lo que ve usted acá son cosas naturales que nos compran los visitantes nacionales y extranjeros”, dice.

“El hecho que a las personas que nos visitan les guste el arte nacional me motiva para seguir vendiendo”, detalla.

Todos los días desde las siete de la mañana ya está instalado en su puesto improvisado, al borde de un río donde desemboca el agua del mar.

No tiene horario de salida pues la mayoría de los visitantes llegan tarde y otros hasta que se empieza a ocultar el sol, porque en la zona, la noche es muy movida- está rodeada de bares y restaurantes- y hay posibilidades de algunos ingresos.

En fila hay varios negocios similares, pero Baltazar sabe que la competencia es sana y que nunca llega con las manos vacías a su casa.

Sin embargo, resiente que las ventas ya no son igual a los tiempos antes de la pandemia. Este períido le pasó a factura al igual que a otros pequeños comerciantes pues el turismo cerró, como toda la actividad económica.

Asegura que solo un fin de semana recogía entre $ 200 a 300 dólares o un poco más, pero la pandemia lo dejó en quiebra.

”Todos los meses que pasaron de la pandemia salimos afectados, para entonces se vendía algo, vivimos de milagro porque no tenemos apoyo de nadie”, sostiene.

Ahora intenta recuperar el tiempo perdido, pero admite que los tiempos actuales son difíciles.

“Las cosas no son como antes, y por la crisis, la gente quiere pagar a mitad de precio lo que vendemos”, agrega.  Confía en las bondades del lugar y la atracción que genera en los visitantes le devolverán poco a poco, la estabilidad a él y a otros comerciantes que han vivido toda la vida del turismo.

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