Intipucá, tierra que progresa gracias a sus migrantes

Intipucá, tierra que progresa gracias a sus migrantes

Fue a finales de la década de los años sesenta, cuando los primeros salvadoreños salieron de Intipucá, departamento de La Unión, buscando el anhelado sueño americano.

Los motivos para emigrar y dejar la tierra en la que se ha nacido son muchos, pero para los primeros grupos de emigrantes, uno de los principales incentivos era buscar nuevos retos y conocer la tierra de las oportunidades.

A partir de entonces, año con año, el flujo de personas que emigraban empezó a crecer, en parte gracias a las buenas experiencias que tuvieron los primeros viajeros, quienes prosperaban gracias al esfuerzo y dedicación de cada caminante.

Con la llegada de los años setentas y debido a la inestabilidad política, social y de violencia, que empezaba a surgir en el país, el flujo de personas que se aventuraban a viajar fue aumentando de forma considerable.

Poco a poco el hermano de la cuñada, el tío, el sobrino, el padrino, el amigo o el vecino de cualquier residente de Intipucá, se había marchado del pueblo, para huir del país que una vez lo vio nacer.

Aunque el camino poco a poco se fue volviendo más difícil, costoso y peligroso, debido al aumento de la criminalidad en la ruta hacia la frontera del norte, la cantidad de viajeros se fue incrementando. 

Algunos datos incluso arrojan que un 50% del total de la población del lugar emigró hacia Estados Unidos. Incluso en la entrada del municipio se ha edificado un monumento para honrar a los hermanos lejanos que viven en el extranjero. 

Se trata de la representación de un hombre que camina en busca de un nuevo destino, portando en su espalda un morral, en el que lleva todas sus ilusiones y esperanzas.

En el camino del progreso

Al entrar al casco urbano sobre la calle William Walker, bautizada con ese nombre en honor al exembajador de Estados Unidos, sobresalen una variedad de negocios, propios de una cabecera departamental, como empresas receptoras de remesas, ferreterías y tiendas de víveres, entre otros negocios.

En las calles, se pueden observar una variedad de construcciones, desde casas de dos y tres plantas con terrazas y con amplios jardines. Los amplios balcones y sus paredes pintadas  con colores pastel le dan un toque especial al lugar.

Según fuentes de la municipalidad, entre los meses de febrero y marzo llegan los hermanos lejanos al lugar a disfrutar de las fiestas patronales, esta fecha representa el reencuentro de muchas familias y amigos, que solo pueden verse una vez al año.

Gracias al apoyo económico de los parientes que viven en Estados Unidos muchas familias han salido de la pobreza, y el pueblo ha progresado debido a los diferentes comités de personas originarias de Intipucá, quienes hacen aportes para diferentes obras comunales.

No hay duda, que al igual que otras poblaciones del país, los hermanos lejanos se han constituido en los verdaderos arquitectos del desarrollo y progreso de miles de familias salvadoreñas, quienes cada mes esperan la bendición de las remesas e Intipucá representa el sueño hecho realidad de los emigrantes residentes en el gran país del norte. 

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