La música al ritmo de “El Catrín” y Sandra “La Santaneca”, en la Plaza Libertad.

La música al ritmo de “El Catrín” y Sandra “La Santaneca”, en la Plaza Libertad.

Dos personas se distinguen en medio de aquella concentración de gente en el parque Libertad, ahí donde las personas vencen el estrés de la mañana para pasar un rato de buena emoción.

Cuando asoma la tarde y el fin de semana, Iván Carranza, “El Catrín” se pasea en la plaza Libertad, en el corazón de la ciudad capital como en sus dorados tiempos. 

Pero lo hace desde año y medio. Ya tenía para entonces 16 años de haber aprendido a mover el cuerpo con los diferentes ritmos aunque asegura que le va bien la cumbia tradicional.

Parece en realidad un catrín por su forma de vestir o la manera en que se mueve al compás de la Charanga, de Los “Hermanos Flores”  o “A la Cachi Cachi Porra”, de Damasco Pérez Prado 

Baila erguido, sin despabilarse en demasía pero lo disfruta. O más bien dirían otros “Calle pero elegante” porque se mueve en un lugar público, donde llega de todo: comerciantes, zapateros, estudiantes y pensionados, si bien su forma de mover el cuerpo no concuerda con la mayoría aunque siempre están las mezclas y el dice sentirse a gusto.

Iván, originario de Cojutepeque, es instructor de danza y enseña 16 ritmos y música folclórica.

Aprendió en una academia en Los Estados Unidos y desde allá se trajo su repertorio de bailes para promoverlos e instruirlos en El Salvador.

Contrario a lo que él denota y del cual se siento orgulloso, otros, que acuden, imprimen movimientos improvisados y hasta exagerados. 

Se dejan llevar  por la música como es el caso de Sandra “La Santaneca, y la vieja escuela. Ella se destartala como nadie, pero es feliz.

Aprendió viendo a la Sonora Dinamita, dice y luego fue sumando movimientos, ritmos, hasta extender su bagaje en el baile.

Con Iván parece sentirse a gusto cuando hacen pareja en medio de la cumbia que llega las tardes, jueves o el fin de semana en este lugar. 

Ambos deleitan al público, lo adormecen hasta la saciedad, en los pueblos aún estos bailes no pasan de moda, los identifica y se va heredando de generación en generación.

En realidad, la cumbia tradicional los mueve a mover al son de los tambores, guitarras y las maracas. Iván no pierde la cordura, para acá, para allá, de un lado a otro y se aburre de uno, llega al siguiente lugar en el mismo parque donde seguramente porque hay más gente congregada no importando la época de pandemia.

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