Hace 34 años la tragedia llegó a San Salvador

Hace 34 años la tragedia llegó a San Salvador

Muchos salvadoreños aún tienen frescos los recuerdos del terremoto del viernes 10 de octubre de 1986, cuando a las 11:49 de la mañana, la capital fue parcialmente destruida .

Era un día clásico de octubre, como los que ya no se viven en la actualidad, debido al cambio climático.

Los vientos sí llegaron con el inicio del mes, además del clásico frío de los días que anteceden a la temporada navideña.

Nadie se imaginaba que, esa mañana típica de octubre estaría a punto de convertirse en una de las más trágicas de la historia salvadoreña.

Antonio era un joven en ese entonces de 15 años y recuerda claramente todos los acontecimientos de ese día como si hubieran ocurrido ayer. Un 10 de octubre en el que cientos de salvadoreños perderían a un familiar o un se querido a causa de los más fuerte sismos aue han golpeado al pulgarcito.

Ese día se había programado un desfile organizado por la desaparecida Comisión Nacional de Seguridad Vial (CONESVI), el cual inició en Metrocentro, recorrería el bulevar de los Héroes, llegaría a la Universidad de El Salvador y continuaría en la Autopista Norte para finalizar en las oficinas de Tránsito. Varios colegios y escuelas de Salvador participarían en la actividad.

Todo transcurría de forma normal, pero al llegar el pelotón de niños y jóvenes frente a la Universida de El Salvador, el reloj marcó las 11:49 A.M. y según los recuerdos de Antonio, todo inició con un fuerte movimiento de tierra que tiró al suelo a algunos niños.

“El ruido que precedió al terremoto fue semejante al que produce un tráiler en una carretera cuando circula a mucha velocidad, fue un zumbido que en instantes nos alcanzó y se volvió ensordecedor”, rememora Antonio.

Al instante los gritos, llantos y el caos se apoderó de toda la capital, los niños no paraban de llorar mientras los adolescentes corrían desesperador buscando una explicación sobre lo que ocurría.

Nadie en ese momento, se imaginó que ese terremoto de una magnitud de 5.4 en la escala de Richter se convertiría en el más destructivo en la historia sísmica de la capital.

Causó 1,530 muertes, 10,000 heridos, unos 200,000 damnificados y $1,031 millones en pérdidas.

En el campus de la Universidad, se produjeron varios conatos de incendios en diferentes facultades, siendo uno de los más extensos el que se produjo en la Facultad de Química y Farmacia.

“Recuerdo que, en la zona de los apartamentos multifamiliares de la Autopista Norte muchos residentes empezaron a salir corriendo de los edificios, gente ensangrentada, gritando y llena de pánico”, relataAntonio, quien, debido al caos, al igual que muchos otros estudiantes, tuvieron que caminar varias horas hacia sus casas en medio de la destrucción.

El impacto del sismo el corazón del centro capitalino

El terremoto un movimiento horizontal producto de las fallas localizadas abajo de San Salvador, a una profundidad de entre 9.9 y 10.9 kilómetros; cuando llegó a la superficie, causó 2,000 muertos, así como numerosos daños materiales.

El epicentro se localizó justo en la intersección de la carretera hacia Los Planes de Renderos y la Autopista hacia Comalapa.

 La cifra de salvadoreños muertos antes de esta tragedia había sido de 125 personas, en el terremoto ocurrido el 3 de mayo de 1965, el cual incluso tuvo una magnitud mayor, pues llegó a una magnitud de 6 grados en la escala de Richter.

Los daños del sismo de 1986 fueron considerables en la infraestructura de la capital considerada ya patrimonio, siendo el foco de la tragedia el edificio Rubén Darío, el cual se desplomó en su totalidad.

Este edificio resulto dañado por el terremoto del 3 de mayo de 1965, pero debido a que nunca fue demolido o reparado correctamente, 22 años después, colapsó.

Otro de los símbolos trágicos de la tragedia fue la escuela de Niñas Santa Catalina, ubicada en el barrio San Jacinto, lugar en el que murieron varias alumnas y maestras.

El terremoto de octubre de 1986 transformó el patrimonio de San Salvador, ya que destruyó iglesias con un gran valor histórico, edificios emblemáticos de la urbe, barrios tradicionales en los que vivían cientos de salvadoreños.

A pesar del dolor y muerte que el cataclismo provocó entre los capitalinos, los salvadoreños nunca se han dejado vencer por la calamidad, ya que siempre resurgen entre los escombros para volver a reconstruir sus pertenecias materiales y sus vidas, acostumbrado a vivir en ya reconocido Valle de las Hamacas.

El centro de San Salvador continua recuperándose de la destrucción del terremoto de 1986. El nuevo mercado que se construye en el predio del parque Hula Hula es una muestra del desarrollo de la capital.

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