Chocolate de tablilla, café de maíz, harina de maíz tostado para atol, harina de pinol y el delicioso alguashte son parte de los productos que ofrece una familia salvadoreña que sueña con crecer y lograr vender a los compatriotas que residen en el exterior.
El aroma del cacao tostándose en el comal de barro inunda cada semana la casa de la familia Calderón Galdámez, una modesta vivienda ubicada en una popular colonia de Soyapango, al oriente de la capital salvadoreña.
En la modesta vivienda se conjugan una mezcla de aromas que despiertan la nostalgia. A un lado del patio cuando se tuesta la pepitoria, impera el olor a ayote.
La pepitoria o semilla de ayote, de donde se extrae el Aihuashte” o “aiguashte” una especia en polvo, condimento típico de la gastronomía de El Salvador se confunde con el del aroma picante de la pimienta o el gengibre con los que se elabora la harina de pinol, un sazonador muy buscado para preparar un buen caldo de gallina.
Cada tarde, luego de la compra del mercado y en días alternos, Beatriz y su esposo William van al molino de la colonia o se dedican a tostar ingredientes.
“A leña y en comal de barro, todo artesanal, para que el sabor sea auténtico”, cuenta Willian con propiedad.
Por momentos por las ventanas de la casa de esta emprendedora familia se escapa el dulce aroma de la canela, que se usa para el chocolate y por otros, el de la harina del café de maíz o de las múltiples especies que ahí se entremezclan.
Willian y su esposa Beatriz, iniciaron el emprendimiento en octubre del año pasado.
Comenzaron a elaborar chocolate de tablilla. Beatriz confiesa que le copió la receta a su abuela materna, una anciana chalateca que le transmitió con gusto ese secreto y otros de los que Beatriz ha echado mano para preparar los más exquisitos platillos salvadoreños.
Beatriz es una cocinera nata y desde siempre ha preparado tamales de chipilín con queso, tamales de gallina o de elote, atoles de todo tipo y más, para la venta ahí en su colonia. Sin embargo, un día se animó a hacer tablillas de chocolate y se vendieron de inmediato.
Lo peculiar de este chocolate, además de sus ingredientes secretos, es que está hecho 100% de manera artesanal. Los esposos Calderón compran el cacao y el resto de ingredientes en el mercado, los tuestan en comal de barro y los llevan al molino.
Otra peculiaridad es que venden una sola tablilla por paquete, que da para unas seis tazas de espumoso y exquisito chocolate.
“Es como una tortilla de 10 onzas que da para unas seis tazas, tiene ingredientes secretos y la gente lo prueba y no deja de comprarlo”, contó orgulloso William.
Poco a poco, la pareja, ayudados por sus tres hijos, Jocelyn de 25, Brenda de 22 y William de 14, que participan de lleno en las tareas de elaboración de los productos, han ido innovando.
Los esposos que acaban de cumplir 25 años de casados, aseguran que pasar horas juntos entre fogones y comales, los ha fortalecido y los ha llenado de sueños. Ya crearon su marca, a la que bautizaron como Wiki (sobrenombre de William) y Wonka , por el chocolate, explican.
También ponen especial cuidado en el empaque, para mostrar que es artesanal y típico.
“Yo siempre que voy ya trabajar llevo mi bolsada de tablillas, es una tortilla gruesa y va envuelta en papel de empaque y con un lazito de yute para que llame la atención, una vez alguien lo compra, ya queda cautivado por el sabor”, explica William.
Harina de maíz tostado, tiste, café de maíz y harina de pinol, son sus productos más populares.
“La harina de pinol es súper buscada la usan para elaborar garrobo, caldo de gallina, costilla de cerdo, su base es la harina de maíz pero lleva todas las especies y un secretito por ahí, solo se añaden verduras pero el sabor lo da el pinol que es una riqueza completa de ingredientes,”, dice William.
La pandemia y las nuevas ideas
Al iniciar 2020, William que es capitán de meseros en un prestigioso hotel de la capital, empleo en el que lleva 20 años, vendía a sus compañeros y amigos el chocolate, y luego, en mercaditos para emprendedores.
Sin embargo cuando llegó la pandemia y le rebajaron su salario y días de trabajo, decidieron experimentar con otros ingredientes.
“Mi esposa es súper curiosa y empezó a buscar recetas, hoy ya tenemos una lista de productos, cada uno con su marca y hemos ido como a seis mercaditos, y vendemos en redes sociales, son productos súper auténticos y deliciosos” , cuenta William.
Con la pandemia, todos se volcaron a preparar las harinas y el chocolate y William y su hijo menor a repartirlo a domicilio.
Por ahora los venden en sus redes sociales, en las tiendas de la colonia y en mercaditos que se organizan en la capital, pero el sueño de ambos es venderlo a los compatriotas que viven en el exterior.
“Queremos venderlo fuera, y ampliar los productos. Son cosas que allá afuera los hermanos lejanos extrañan y el sabor es exquisito”, aseguró el emprendedor.
Si quiere conocer más de ellos puede encontrarlos en Facebook como Wikiwonka.
Ya quiero probar el chocolate 😊ojalá logren exportarlo a Estados Unidos que sería buenísimo por ellos en la parte económica y así nosotros los que vivimos fuera lo pudiéramos consumir, buena suerte 😌
Excelente emprendimiento. Un producto digno de exportar sin duda. ¡Exitos!.
Felicidades !@ primero Dios abra esa puerta de bendicion!! Seria super probar ese chocolate 100 % Salvadoreño