Madre e hijo labran su propio camino con “Mini Panadería”

Madre e hijo labran su propio camino con “Mini Panadería”

Cuando joven jamás tuvo la idea de convertirse junto a su madre en propietario de una panadería artesanal. Quería ser mercadólogo o publicista. De hecho, empezó sus estudios en esta especialidad, pero terminó retirándose por problemas de salud.

Ulises Mejía sin embargo no se quedó con los brazos cruzados. Vio en el negocio de su madre Francisca, una oportunidad.

Los problemas en muchas ocasiones se convierten en oportunidades y así lo pensó. Doña Francisca tenía una panadería en el municipio de Ilopango, en la casa familiar donde vivía con su esposo y sus tres hijos.  

Desde los 13 años fue labrando el camino, conociendo el producto y trabajando en panaderías de notable desarrollo y fue así que un día decidió por el suyo propio.

Ya instalado, el negocio servía para el sustento diario. Empezó a elaborar pan francés y luego con la compra de un horno eléctrico a fabricar pan dulce.

Con el establecimiento y el espíritu emprendedor sacaron adelante junto a su esposo a sus tres hijos. A Ulises no le pareció mala idea forjar la vida con la elaboración y venta de pan.

Habría que darle un plus al negocio y así lo determinó, aunque nunca vio con buenos ojos que su madre saliera con el canasto del producto para subir a cuestas la calle Rubén Darío en el centro capitalino para venderlo.

Era cuestión de todos los días y a Ulises le incomodaba esa versión de la vida. Quería dosificar el esfuerzo, pero con mejores resultados. Convenció a su madre a establecer el negocio, pero en un local con mayor tráfico.

Ahora son los propietarios de una panadería artesanal ubicada en el centro de Antiguo Cuscatlán, en La Libertad.

Es un lugar que no alcanza los tres metros cuadrados, aunque dentro de él convergen ideales y los pronósticos de mejores tiempos hasta convertirlo en una empresa como el sueño de cualquier emprendedor.

”Mini panadería”  rinde tributo al espacio donde nació. Actualmente ofrece 35 variedades de pan dulce y pan francés y se ha ganado la aceptación en la zona y las colonias aledañas al municipio.

Fue inaugurado en 2008 y desde entonces el negocio no ha dejado de crecer. En un inicio el joven se encargaba de las finanzas y la imagen del negocio y doña Francisca a elaborar el pan.

El primer día vendieron $19. Realmente poco, cuenta. Por eso decidió salir a la calle para captar mayores ingresos y así fue.

Con el transcurrir del tiempo, la clientela fue creciendo. Hoy en día ofrecen galletas de canela, pastelitos rellenos de jalea de fresa, salpores de arroz y almidón, pichardines, cacho simple, alfajores rellenos de dulce de leche, pasteles de piña, gusanos rellenos de mantequilla con ajo, viejitas, galletas de maní y coco, guarachotas, además por supuesto yoyos, novias, tortas secas, peperechas, semitas, y mucho más.

“Mi mamá es experta, yo necesito recetas, fórmulas. Ella al simple cálculo, al tanteo se sabe de memoria todas las recetas y hace maravillas, es una maestra en eso, pero yo también he aprendido y le hago de todo”.

Ulises mejía, comerciante

Actualmente, trabaja con ellos un sobrino, pero el sueño de Ulises es crecer en tamaño, acondicionar el local para hacer una cafetería y lograr vender pan en kioscos y otros lugares.  Sin embargo, dice que en estos tiempos de pandemia hay mucha incertidumbre y es mejor “pensar, antes de invertir”.

Un comentario en «Madre e hijo labran su propio camino con “Mini Panadería”»

  1. Que rico pan,cuando estas lejos de tu país y quieres comer de todo un poquito especialmente los salpores de almidón y la semita alta en mi caso, adelante Mini panadería y buena suerte con las cafeterías en mente.

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