Félix Latzo, el salvadoreño nominado a Premio Nóbel de la Paz que busca la conciencia ambiental

Félix Latzo, el salvadoreño nominado a Premio Nóbel de la Paz que busca la conciencia ambiental

En medio de un área boscosa de la Bodega El Cerdito, nos atiende Félix Latzo, el salvadoreño nominado Premio Nobel de La Paz 2020.

En este negocio ha promovido la creación de un bosquecito infantil de arbolitos frutales, al igual que lo hizo en la Universidad de El Salvador o como lo pretende en diferentes municipios con las alcaldías. Latzo cree que es mejor llegar a los niños que a los adultos para promover una conciencia ambiental.

“Yo soy un convencido que la vida de la ciudad y tecnología moderna aleja a las personas de la naturaleza, esto es un encuentro de la naturaleza”, afirma.

Está seguro que reforestar es una de las formas más efectivas de salvar al planeta. Y cuando los árboles mueren el riesgo es mayor.

Por eso destaca la importancia del agua y del oxígeno, pero agrega que para que esos elementos perduren deben existir él árbol, el aire y el alimento.

Aunque aclara que la reforestación no tiene mucha diferencia de la arborización, termina decantándose con este último concepto porque constituye una siembra menor de árboles y que es un objetivo más alcanzable porque al sumarse producen efectos significativos en la naturaleza.

Obviamente para él, reforestar es la clave para la vida porque “sin reforestación perece el planeta, con la problemática del covid, poca gente había meditado, que cada uno de nosotros tiene que respirar, y ese oxígeno proviene del árbol”.

El ecologista no pasa por alto la vitalidad que genera el agua, pero este recurso necesita de otros elementos para permanecer vigente, explica.

Bosquecitos infantiles de árboles frutales

Latzo cumplió una de sus metas de contar con un bosquecito infantil de árboles frutales en la bodeguita El Cerdito, ubicada sobre el kilómetro 14 ½ de la Carretera de Oro.

En este lugar se encuentra un espacio con tierra fértil donde hay una cantidad de entre 35 a 40 arbolitos sembrados.

 El objetivo que pretende es mantenerlos con una altura baja y luego tras un período de crecimiento, llevar a niños para que puedan tocar sus frutas.

No obstante, el período de crecimiento que tardan varios años, confía en que implantando algunos injertos harán que el fruto crea con mayor rapidez.

Para él, lo que se intenta es que los niños tengan una sensación única y que puedan ver lo que el árbol le da al ser humano.

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