Doña Teresa, la septuagenaria que se resiste a dejar la venta de Shuco

Doña Teresa, la septuagenaria que se resiste a dejar la venta de Shuco

Tiene 30 años de vender el preciado Shuco en Ciudad Delgado. Era una niña y ahora, ya septuagenaria, disfruta su trabajo como nadie. Sus clientes, sostiene, no la abandonan.

A las 5 de la tarde o pocos minutos antes ya está instalada en su pequeño negocio con su delantal, su olla de Shuco, pan francés, un recipiente de frijoles sancochados y otro de alhuashte. 

Nunca falta el bote de chile para aquellos que lo prefieren picante.

Los coloca en una mesa de madera y luego que todo está listo inicia la acostumbrada venta de esta deliciosa bebida típica que se consume con un huacal de “morro” .

No hay cuchara que valga en esta costumbre culinaria tradicional pues todo se bebe con el recipiente empinado.

A leguas se le nota que doña Tere disfruta su trabajo. 

Tiene 67 años y la edad  parece no pasarle factura para hacer un exquisito shuco, y venderlo a sus clientes. 

Lleva muchos años en el negocio de esta bebida en el mismo lado, en la avenida Acolhuatán, calle El Calvario, en Ciudad Delgado. 

Ahí, dice, tiene 30 años de ofrecerlo al cliente y tan fieles parecen que siempre llegan y algunos se quedan sin poder consumirlo porque ha sido un buen día. 

Unos se repiten y a otros no les queda más que esperar a que llegue el otro día para poder comprarlo y disfrutar de este rico sabor compuesto de masa de maíz fermentado, agua, sal y alhuashte.

Un negocio heredado de su madre

Doña Teresa Aldana, en realidad, empezó a trabajar desde niña cuando ayudaba a su madre.

El tiempo no lo ha sentido y ahora lo toma con calma con la esperanza que siempre se irá con la olla vacía porque todo lo ha vendido.

Generalmente se instala en su puesto a las 5 de la tarde aunque el trabajo lo inicia desde antes con la preparación.

“Primero se remoja el maíz, al día siguiente lo muelo, lo dejo que se chuquée, luego lo cuelo y lo cuezo”, explica.

La septuagenaria vive con su esposo, sus dos hijos y sus nietas.

No cree que sus hijos corran la misma suerte pues intuye que no les gusta el negocio.

Por tanto, el ciclo del negocio llegaría a su fin una vez ella deje de venderlo o por otras circunstancias.

El año pasado, agrega, fue difícil para ella porque debido a la cuarentena a causa de la pandemia del COVID-19 no vendió el producto y dejó de percibir algunos ingresos.

Pero ahora todo ha vuelto a la normalidad y hay ocasiones en que muchos se quedan sin consumir el shuco porque realizó una buena venta.

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