Miguel Mejía, el migrante salvadoreño que se abre paso para aspirar a una vida mejor

Miguel Mejía, el migrante salvadoreño que se abre paso para aspirar a una vida mejor

Miguel Mejía, tiene más de 16 años de vivir en Estados Unidos. Su vida ha estado marcado de altas y bajas y a pesar que su condición de vida ha mejorado aún extraña a sus amigos y familiares de su país natal, El Salvador.

En Estados Unidos, se la pasa viajando todo el tiempo para llevar el producto al cliente hasta la puerta de su casa.  

Trabaja para Amazon, una tienda de comercio electrónico que ofrece una gama de productos como música, libros, películas y computadoras.

Antes de convertirse en un delivery, trabajó en la construcción. Ha ejercido  de agente de ventas, entre otras responsabilidades.  

“Aquí hace uno cosas diferentes. Es un país donde tienes que hacer varias cosas para subsanar tus gastos para ayudar a tu familia”.

Miguel mejÍa

Ahora, con su ocupación actual, también se dedica a la compra de vehículos “chocados” para venderlos una vez reparados, y a trabajos de plomería.

Su ideal sería establecerse como empleado en el área de las ventas, acorde a la profesión de la que egresó en la universidad cuando aún vivía en El Salvador, pero como cualquier migrante la vida no es fácil y hay que desempeñarse en cualquier ocupación para ganarse el sustento diario.

Las expectativas de la vida

Miguel salió de El Salvador en enero de 2005 agobiado por las condiciones económicas y la falta de oportunidades para crecer.

“La razón en mi caso personal es que a veces uno anhela  cosas diferentes para ayudar más a la familia, en mi caso fue la razón en el momento en que en El Salvador las cosas se estaban poniéndose difíciles”

Miguel recuerda que tenía dificultades para obtener ingresos para la manutención de su hija y las opciones de trabajo eran escasas.

Decidió emprender la marcha a suelo estadounidense por la vía ilegal en busca de mejores condiciones de vida.

A su paso por las fronteras encontró dificultades como cualquier migrante que decide emprender esta ruta de viaje.

Califica este proceso como un costo de la vida al ser atacados a balazos y ante la posibilidad de que el cabezal, donde él y otros migrantes se conducían para llegar a Estados Unidos, volcara por la peligrosidad de las calles y conducir bajo permanente riesgo.

Después, dice, viene la estadía “acá” (EE.UU) que en un inicio no es complicado por el apoyo que dan algunos salvadoreños pero que con el tiempo la persona tiene que resolver sus propias dificultades.

Miguel entendió que debía encontrar las maneras de ganarse la vida y de momento, sus metas las va cumpliendo poco a poco

Su hija, tiene ya 24 años, reside en El Salvador y está a punto de egresar de la universidad.

En EE.UU, agrega, vive con su esposa de quien, sostiene, le ayuda en sus responsabilidades para salir adelante y cumplir con sus compromisos económicos.

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