Armando Mancía, un delivery salvadoreño en Maryland

Armando Mancía, un delivery salvadoreño en Maryland

Viajó hace 15 años a Estados Unidos por la vía ilegal. Ahora Armando Mancía es un delivery salvadoreño que se entusiasma con la idea de alcanzar el sueño americano.

Cada madrugada Armando Mancía Godoy sale en un camión desde su casa en Maryland, EE.UU. a recoger los paquetes de mercadería para llevarlos al correo.

Son encomiendas de zapatos, piezas de teléfonos, ropa para mujeres y hombres, calzado u otros productos. Ni siquiera le queda tiempo para despedirse de sus hijos, un adolescente de 17 años y dos pequeños.

Por momentos trabajará pesado y habrá otros días que tenga un mayor descanso. Pero Armando es feliz. No lo dice pero se intuye al conversar con él.

Extraña al país sí, a su familia, a sus amigos de  antaño y hasta las pupusas de Olocuilta,  esas que no ha vuelto a probar desde 2005 que salió de El Salvador en busca del sueño americano.

Pero tiene a su esposa, sus tres hijos y nuevos amigos. Salió primero “de mojado” y un año después se llevó a su cónyuge. Cuatro años después a su hijo mayor.

 “Para nosotros fue un tiempo muy emotivo, muy alegre. Nos reunimos”, sostiene. Ahora tienen dos hijos más: Uno de dos años y medio y otro de un año y medio.

Con su trabajo, dice, logran sobrevivir y honrar todos sus compromisos económicos.

Probablemente el dinero que gana ejerciendo su trabajo de delivery y recorriendo varias millas en Maryland, no lo ganará nunca en El Salvador.

Lo que gana es quizá el salario de un profesional  en su país natal y sí las cosas bien van es posible que el sueldo sea mucho mejor. Así es, indica, la vida en esa nación.

Un sonsonateco que buscaba el sueño americano

Armando no olvida sus raíces. Oriundo de Sonsonate, decidió con sus hermanos asentarse en una colonia de la zona norte de Soyapango.

Ahí vivió por mucho tiempo y no la pasaba mal a partir del dividendo que dejaba el negocio de sus hermanos.

Pero un tiempo después de montado el negocio empezó a seguir perseguido por “los muchachos (pandilleros) para asaltarnos porque se manejaba dinero en donde andábamos”, expresa.

“Por eso decidí venirme a este país como todos, porque hay muchas expectativas por el sueño americano”, indica.

 Sin embargo, admite que la realidad no es como “la pintan” en alusión a las dificultades que se enfrenta para llegar y adaptarse al país norteamericano.

Cuando viajó, llegó primero a Guatemala y luego a México donde inició una travesía la cual consideró la más difícil pues por momentos viajaba en tren, por ratos en bus y de pronto se subía a un vehículo hasta lograr el destino final

Y en Estados Unidos, según cuenta, tampoco es fácil ganarse la vida. Ha trabajado en el área de la construcción en Washington D.C y coincidido con mucha gente latina.

“Ya me ha tocado trabajar allá, la verdad es bonito porque conocés mucha gente que ha hecho la misma travesía de El Salvador hacia Estados Unidos”.

Sin embargo, su sueño aún no lo cumple. Deja entrever su preocupación por su estatus migratorio y argumenta que espera con el nuevo gobierno una reforma que los acoja de forma definitiva.

Lo que sí ha logrado en sus 15 años de estadía, es aprender inglés y poder comunicarse con cualquier persona.

“Hoy nos podemos comunicar, sales a la calle pero no tienes el miedo de antes,  digamos miedo al lenguaje y por eso es que ya se ha pasado la prueba”, recalca.

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